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José Manuel Briceño Guerrero

lunes, 10 de noviembre de 2014

Dóulos Oukóon






La segunda vez que nos vimos con el profe fue en su casa, en el antejardín al ver unos perros de raza entré con un poco de temor, eran lobos siberianos, muy juguetones, pensé que me morderían, entramos a la sala, el Profesor estaba en el comedor leía en su computadora personal algo, nos invita a pasar y se sienta en una esquina, en una silla que se diferencia de las demás por su tamaño y forma, van llegando estudiantes jóvenes y pasan a la cocina muy familiarmente por un tinto, lo escuchamos casi dos horas y parecía que apenas comenzaba, hablo de muchas cosas: de filosofía, del amor, de cosas de su infancia, de los idiomas que aprendió a hablar, en un momento me preguntó que hacía, y yo le respondí algunas cosas, como tejer en dos agujas, y el recordó que en su juventud conoció telares grandes que habian en las casas; al igual  que el primer día me alegraba ver jóvenes, me impactó ver al profre que inspiraba confianza, tranquilidad, sabiduría, sencillez, juventud, su tono de voz lento se hacia entender y aunque hablaba de temas que a veces no comprendía o era la primera vez que los escuchaba algo entendía porque hacía comparaciones y relaciones  con la vida diaria y me ayudaban a saber de que hablaban, su mirada hipnotizaba, su cuerpo atraía si temor.


ver mas blog recoriendo america

sábado, 8 de noviembre de 2014

Laberinto de los Siete Sones




Por . Diego Camilo Figueroa


En el año 2010 el maestro J.M. Briceño Guerrero se sintió preparado para escribir sobre un tema que le había conmovido por mucho años, El tamunangue. Asi emprendió un viaje al Tocuyo, estado Lara, para ver esta expresión en sus calles de origen. Luego de esta experiencia, le maestro publica su libro "el garrote y la mascara".
Tan solo con lo que tenían en sus manos y muchas ilusiones un grupo de alumnos del maestro Briceño deciden documentar este viaje para descubrir junto a él, las paredes que encierran el laberinto del Tamunangue y del pensamiento de Briceño Guerrero.
Equipo Realizador
Nelson Daza
Juan Pablo Viloria
Diego Camilo Figueroa

Un proyecto no acabado pero que nos mantiene viva su presencia :
Ver video : Laberinto de los Siete Sones

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Pensamientos



¿Cómo le gustaría que le recordaran las
generaciones futuras?

"Bueno yo no he aspirado a ese recuerdo,
pero en todo caso me gustaría más que
me recordaran por todo lo que he escrito
con todo mi corazón y mi mente, más que
por detalles de mi vida personal."
                                              Haz clic aquí para ver la Fuente

"El centro de la condición humana es la palabra. Hablamos, leemos y escribimos, intentando entendernos con ella. La palabra me ayuda a enfrentarme a lo insospechado del alma”

Fragmento: Algo me hirió en la infancia. Mi mamá estaba repartiendo un suspiro, cosas de probar solamente: muchos niños y poco suspiro. Mis hermanos se adelantaron disputándose el primer puesto. Yo me mantuve tranquilo, sabía que mi mamá me daría mi parte; pero me equivoqué. No me dio nada, se le acabó antes de llegar a mí. “Lo siento, hijito, la próxima vez serás tú primero”.Me dolió; me sentí desposeído de la parte mía. Injustamente. Muchas veces en la vida he tenido esa experiencia amarga. Si algo me corresponde en justicia no debo obtenerlo en pelea. Lo mío debe venir solo, sin mi empeño. Me disgustan dos refranes: Niño que no llora no mama y al que no habla Dios no lo oye. Me gusta otro: lo que es del cura va para la iglesia. 
Los Recuerdos, los Sueños y La Razón


"Prefiero fracasar haciendo lo que a mi me parece importante y valioso que triunfar traicionando lo que en realidad y en fondo quiero"
 En la entrevista realizada al Maestro José Manuel Briceño Guerrero en Marzo de 2010. Nos cuenta sobre su seminario de filosofía, su niñez y sus pensamientos.Niñez, Seminario y Baraba  Ver entrevista completa aquí

lunes, 3 de noviembre de 2014

A modo de Motivación

Por: Diego Camilo Figueroa Rincón

Hay situaciones en las que uno es conciente de su trascendencia y al pasar el tiempo, esas situaciones suelen pasar al olvido. En cambio hay otras que pasan como la luz del día y nos marcan sin darnos cuenta. Creo que tenía 11 o 12 años cuando un día, de repente, cobre conciencia de que todos morimos, que había un final para todos, me imagine a mis padres muertos, a mi hermano y mi hermana muertos y a mi muerto. Nunca he llorado por tanto tiempo. Recuerdo llegar a dormir a mi cama en la noche y empezar a pensar en eso hasta que no aguantaba y lloraba. Creo que fueron 3 semanas así. 

Mi mamá se dio cuenta que algo pasaba y ha sido de las únicas veces que no ha tenido que insistir  para que yo le diera una respuesta  y no una evasiva a su típica pregunta, ¿mijo que tiene? Le dije algo así –mamá, nos vamos a morir – ella me pregunto extrañada – ¿cuando?, ¿como? – y yo le respondí – algún día –. No recuerdo exactamente cuánto tiempo se demoro en darme una respuesta pero creo que fue rápido, me dijo – hay mijo pero aún falta mucho tiempo para que eso pase-. 

Esta historia se la conté al viejo Briceño para comentarle la idea que se va construyendo en mí para hacer el documental del TR4, una especie de combinación de mi miedo a la muerte y mi miedo a que el viejo Briceño muera. El viejo dijo que había sido muy sabia la respuesta de mi mamá y es muy cierto pero recordando, a mi esa respuesta  me tranquilizo pero no me quito el miedo. Ahora recuerdo que yo seguía dando vueltas en la cama imaginando mi muerte y al mismo tiempo diciéndome que aun faltaba mucho tiempo para eso no contenía el llanto. Con los días esa respuesta me fue tranquilizando hasta que un día me pareció absurda esa idea de tener la muerte respirándome al oído si tenía apenas 11 o 12 años, así que me puse a reír y reía a carcajadas semejante cosa absurda de vivir pensando en que uno se va morir cuando apenas está empezando a vivir. Pensé que el tema había desaparecido de mi vida hasta que hace casi un año me di cuenta que no era cierto y que aun esta tan presente en mi como antes.

Cuando le conté al viejo de mi miedo a su muerte me respondió – aun hay Briceño para mucho tiempo –. Ya le he hecho ese comentario 2 veces desde que lo conozco y las dos veces me ha respondido de la misma manera. A veces pienso que soy demasiado hp en preguntarle esas cosas pero me come la curiosidad el saber como ve una persona de su edad la muerte, y mucho más como la ve él. Yo comprendo que él no quiera hablar del tema, así que creo que no voy a insistir mucho en eso, sino más bien en explorar el por qué me da miedo su muerte y su relación con mi miedo a morir. 


Me pregunto pues ¿Por qué tengo miedo de que el profe se muera? Al inicio lo que se me ocurría era en que con él, se moriría una cantidad de sabiduría que nunca podríamos  llegar a conocer, que un abismo que posiblemente podría llenarse  iba permanecer estático pero luego pensé, si no somos capaces  de construir tal sabiduría tampoco haríamos mucho con la del profe. Uno de los temas que afloran es el del destino ¿hay un destino? Siempre he sido un incrédulo de tal cosa, pero no puedo negar en lo que he vivido, en estos momentos  de mi vida no estoy cerrado a cualquier posibilidad y no doy por absoluto ni verdadero nada, eso hace que uno cargue como con menos carga y más carga a la vez.

Luego pensé en algo más visceral, pensé en que no me iba a alcanzar el tiempo para aprender  lo suficiente del profe. Pero me di cuenta que las enseñanzas se ganan también con la edad por “buen” estudiante que fuera. Hoy día pienso que el miedo es ha perder tiempo, ha perder la oportunidad de sus clases, a no estar entendiendo lo que quiere decir y luego no tener la oportunidad de preguntarle, a veces siento que cada día que pasa estoy perdiendo una oportunidad y esto me conecta con mi miedo a morir y ese pasaje de Thoreau “Me fui a los bosques porque quería vivir con intención, quería mamar toda la savia de la vida, para desterrar todo lo que no era vida y para no, al morir, descubrir que no había vivido”.

No se porque la gente suele preguntarme mi edad, o si eso es común aquí, en todo caso recuerdo que desde que llegue a Venezuela respondía siempre que tenia 23 años, un día me lo preguntaron para la cedulación y demore un tiempo para recordarlo me toco hacer cuentas para estar seguro. No le paro a mi edad pero eso no quita el saber que el tiempo corre en mi contra. Hasta el momento considero que he tomado las mejores decisiones para mi vida y que me gusta lo que estoy haciendo pero eso tampoco quita la incertidumbre de pensar si en el  futuro seguiré pensando lo mismo. También esta en que soy uno de esos que se mortifica  fantaseando con “¿y que tal si hubiera hecho esto? O  ¿si hubiera dicho esto no pasaría aquello?” siempre pensando que las cosas hubieran sido mejor si me hubiera atrevido a hacer o decir, eso me mortifica. Me mortifica cuando no soy capaz de atreverme a hacer las cosas y me quedo inmutable en esa situación, he pasado muchas veces por eso, en algunas venzo en otras pierdo y pienso, ¿si la gran decisión de mi vida pasa delante de mi y la dejo pasar? o ¿que tal si ya paso? Luego pasa ese miedo y sigue mi vida como si nada, a veces le paro más atención que otras, el hecho es que nunca desaparece, o bueno, tal vez por ahora. 

Sigo en la búsqueda y repregunto ¿existe tal oportunidad de la vida? ¿Que es eso de la gran oportunidad de la vida? En el fondo veo una respuesta que me parece estupida y más pensar en que me la creo, es el mito de los cuentos de hadas, un hada madrina que te transforma la vida de un momento a otro, ese mito ha sido bombardeado y sigue siendo bombardeado con todas esas historias de Hollywood que de tanta insistencia yo creo que queda en el interior de uno. Aquí otro tema, ¿fama? o ¿reconocimiento? ¿Lo uno lleva a lo otro? Han habido muchos grandes artistas que sus obras son conocidas mucho después de su muerte ¿Así tiene que ser?¿Qué un artista muera sin saberse sido reconocido? ¿Será que ellos perdieron la oportunidad de ser reconocidos? ¿Cuántos otros habrá por conocer? ¿y si no los descubren? Creo que no tengo problema en ser o no reconocido, creo que soy modesto frente a esto pero ¿Qué tal que no? El viejo tiene una frase que me conmueve mucho, “a mi me gusta ser leído, yo escribo para ser leído” a mi me parece que si el pensamiento del profe es entendido contribuiría a que nosotros los latinoamericanos por fin pensemos por nosotros y otra historia construir pero ¿habrá que esperar a que el viejo se muera para que entendamos eso?


Finalmente hay un hecho que también me ha afectado mucho y es el libro de Thomas de Quincey “Los últimos días de Emmanuel Kant”. Este texto muestra como nuestro proceso biológico de vivir muriendo nos va despegando de todo en cuanto hemos sido. Era fácil entender eso de que lo material nunca hace sobrellevar los problemas que la vejez trae, pero con este libro uno se da cuenta que la sabiduría tampoco lo hace, nada lo hace, un gran pensador que partió el pensamiento en 2 envuelto en caprichos de niño, en nubarrones que cegaban su memoria, a veces ni se acordaba de lo que él había escrito, el costo y esfuerzo en construir lo que hizo, se le iba perdiendo sin ninguna forma de evitarlo, a final de su vida no pudo disfrutar en cuanto él había sido.     

Ese es otro tema que se relaciona con mi miedo a morir, el miedo a llegar a verme anciano y estar perdiendo día a día mis facultades hasta quedar casi en un estado fetal ¿es la muerte que yo quiero? Siempre he pensado en la eutanasia como un derecho que debe legalizarse y no solo para los enfermos terminales sino para todo el que quiera, en esta civilización los ancianos son los peor tratados, los menos considerados, los olvidados, las cargas. Yo lo he hecho y lo hago y no me gustaría que lo hicieran conmigo, siempre he pensado en la eutanasia como una posibilidad mía de morir, me pregunto si todos pensamos en lo mismo y en la espera de ese momento ¿se nos olvida también?

Quisiera resolver con el documental por lo menos 1 o 2 preguntas planteadas aquí pero se que de cada respuesta surgen nuevas preguntas, lo que se es tomare este documental  para profundizar mas  sobre ese miedo mío a morir y de esta forma seguir en mi camino de conocerme a mi y a esa famosa condición de ser seres humanos. 

Fuente: A modo de Motivación

Muere un Guerrero del Pensamiento

Escrito por Edgar Gutiérrez
Publicado el Viernes, 31 Octubre 2014 11:16





Hace unos instantes nuestro amigo poeta Hermes Vargas avisó en su Facebook que José Manuel Briceño Guerrero acaba de fallecer.  Llamé inmediatamente a mi hija Maybeth, quien junto con Pedro mi hijo mayor son parientes directos de Jonuel Brigue, como él mismo se hacía llamar (José Manuel era primo hermano del Prof. Pedro Nicolás Tablante, abuelo de mis hijos mayores)
Desde TatuyTv me piden una nota acerca de él. De verdad no sé qué decir. Esa relación a la que hice referencia con mis hijos y con el resto de la familia Tablante, de alguna manera marca la visión que uno tuvo siempre de él. Y no es un asunto de haberlo conocido. Es muy difícil decir que se conoce realmente a una persona como él. Es simplemente que José Manuel Briceño era sin dudas una persona particular. Poeta. Filólogo. Políglota. Narrador. Ensayista. Profesor  universitario. Conferencista internacional. Premio Nacional de Ensayo 1981. Premio Nacional de Literatura 1996. Nominado al Premio Nobel de Literatura 2008.  Es autor de: Dóulos Oukóon, 1965; América Latina en el mundo, 1966; Triandáfila, 1967; El origen del lenguaje, 1970; La identificación americana con la Europa segunda, 1977; Discurso Salvaje, 1980; Europa y América en el pensar mantuano, 1981; Holadios, 1984; Amor y terror de las palabras, 1987; El pequeño arquitecto del universo, 1990; Anfisbenas. Culebra ciega, 1992; L´enfance d´un magicien, 1993; El laberinto de los tres minotauros, 1994; Discours Sauvage, 1994; Diario de Saorge, 1996; Discours des  Luminiéres, 1997; Esa llanura temblorosa, 1998; Matices de Matisse, 2000; Trece trozos y tres tristezas, 2001; El tesaracto y la tetractis 2002; Mi casa de los dioses, 2003; Los recuerdos los sueños y la razón, 2004; Para ti me cuento a China 2007. No sé, (y esto es solo un resumen de su obra, pues hay mil cosas más), sin duda uno de los intelectuales más complejos y completos de los últimos tiempos merideños y venezolanos.
No era merideño, en realidad, aunque lo fue sin duda. Nació en Palmarito, en Apure (creo que en 1929) y fue sin duda un llanero completo. Pero, se vino a Mérida, hace muchos años y se hizo merideño. Adoptó el lugar, o mejor se dejó adoptar por estos lugares a los que sin lugar a dudas amaba. Junto con Jacqueline Clarac su compañera eterna, hizo caminos por aquí y como todo el que camina dejó huella…
González Dueñas decía de él, en una nota que publicó en su blog, que “Cuando se habla de “escritores secretos” se incurre en una injusticia; ese término parece aludir a que estos escritores “se esconden”, y algunos lo hacen sin duda, pero en realidad lo que hace es señalar a quienes están fuera por completo de los canales mercantiles y la vida socioliteraria. En sus casos más altos refiere a obras inclasificables, totalmente renuentes a los paradigmas instituidos, expresiones solitarias por vocación pero también por una soberbia radical que es al mismo tiempo una humildad no menos radical. Esta forma de la extrañeza carece de nacionalidad: puede brotar en cualquier punto del planeta (de cualquier planeta) porque su nombre es universalidad. En estos casos climáticos la intensa soledad de vida y obra habla, por una vez, el lenguaje de todos.”
Ciertamente, si algo es Briceño Guerrero es eso, además de ser “escritor secreto” era, es, lenguaje y lenguaje de todos. Él mismo decía de sí: “Yo tuve una doble inclinación; por una parte me interesó muchísimo el trabajo y la reflexión teóricos y todo lo que se puede hacer por ese lado, y en eso estoy, mis estudios académicos tienen que ver con eso. Pero al mismo tiempo sentí una necesidad de utilizar la palabra, el lenguaje, de manera artística, para expresar mis convicciones, mis vivencias personales, mis sentimientos, de una manera, en lo posible, seductora, que lograra un tipo de comunicación más bien emocional con la gente. En realidad he cultivado la literatura como una forma de establecer nexos de cariño, porque sentí gran admiración y amor por los grandes escritores y poetas que leí, y me sentí como endeudado con ellos y con la gente; me pareció que yo debía también poner mi parte en esa cadena de escritores, de poetas que han escrito para los demás. Y así he concebido a la literatura: como puente hacia los otros. Me siento muy feliz cuando alguien responde a esos mensajes que doy.”
José Manuel Briceño Guerrero (Jonuel Brigue, el viejo José Manuel, el Profe Briceño Guerrero, como queramos llamarlo) es de esas personas que nunca se irá, y se queda entre nosotros por muy diversas razones. Su obra, compleja y profunda, fue siempre un libro abierto, esencialmente porque José Manuel siempre entendió que una obra solo sirve si se hace voz y por eso se alegraba al sentir que “hay algo nuevo que está pasando en el sentido de una mayor aceptación de los pobres, de los indígenas, los humildes, de los que forman la bases de nuestra población y que eso es absolutamente indispensable que se haga, sería una mezquindad infinita no reconocer que en este tiempo se está haciendo un paso respetable, notable, gigantesco, por abrir  la posibilidad de comunicación de los estratos menos favorecidos de la sociedad, dándole lo que les corresponde por derecho”. (palabras dichas en la FILVEN de 2009 donde fue el escritor homenajeado).
El viejo se queda entre nosotros, pues se hizo voz y esa voz la seguiremos oyendo…
Fuente: TatuyTv

Niñez, seminario y barba

de  

Los niveles del amor

Los niveles del amor son siete, en orden ascendente:
  1. Atracción orgánica, vital, vegetal, animal. Esplendor en la hierba. Y mineral, pues mueve al sol y a las demás estrellas.
  2. Enganche emocional. ¡Ay Francesca!
  3. La amistad cultivada como un jardín ¡Cuánto le debemos, Epicuro!
  4. El intercambio libidinoso de ideas y pensamientos teniendo, por arriba, la verdad y, alrededor, las tareas libremente escogidas y compartidas.
Me callo los otros tres; pero adelanto que ninguno de ellos tiene que ver con la codificación de los afectos que cada cultura hace, ni con los patrones de conductas adquiridos en cada sociedad. 

De un nivel a otro es más difícil subir que bajar; fácil encerrarse en uno de ellos. Pero tú debes aprender a subir y bajar, separando lo sutil de lo espeso. 

Fuente: José Manuel Briceño Guerrero, La casa del verbo, 2009